El tren venía de frente y rápido
El Arsenal aplastó al Real Madrid 3-0 en la Champions League, mostrando un juego superior y dejando al Madrid en una situación complicada para la vuelta.
El tren venía de frente y atropelló al Real Madrid en el norte de Londres. Le pulverizó el Arsenal con tres goles, en una noche que de alguna manera venía anunciada desde hace tiempo. Sorprende que ocurriera en la Liga de Campeones, la competición que el Madrid maneja como nadie, no importa la opinión que merezca su juego. Más de una vez la ha ganado en circunstancias extremas, por lo que hay derecho a pensar que la eliminatoria no está resuelta, aunque el margen de goles invita a pensar lo contrario.
Es la segunda derrota consecutiva en abril. Estaba avisado por el angustioso partido con la Real Sociedad en la vuelta de la semifinal de la Copa del Rey, empate a cuatro goles en el Bernabéu, con prórroga incluida. Como tantas otras veces, el Real Madrid evitó el colapso total. Alcanzó la final de Copa en circunstancias extremas. A esa capacidad de superviviente se agarra el equipo y la hinchada para afrontar la vuelta con el Arsenal.
El Arsenal ocupa el segundo puesto de la Liga inglesa por razones más que convincentes. En las dos últimas temporadas merodeó el título con apetito y juego. Mikel Arteta ha dado forma a un equipo en condiciones de discutir los grandes campeonatos a cualquiera. Esta temporada se ha asomado como candidato en la Copa de Europa, campeonato que el Arsenal no ha ganado nunca.
Antiguo capitán del Arsenal, Mikel Arteta se hizo cargo de los gunners con el pronóstico en contra. Se cerró la larga era Wenger en medio de la depresión general, los sucesores profundizaron en la crisis y la elección de Arteta se entendió como una apuesta de riesgo. Segundo de Pep Guardiola durante un año, nunca había dirigido un equipo.
Arteta ha comenzado a edificar un gran Arsenal. La victoria contra el Real Madrid traslada al equipo al siguiente nivel. Primero la Premier, ahora la Liga de Campeones. Todos los pasos van en la misma dirección: el Arsenal ha recuperado la posición que perdió hace casi 20 años. Se impuso al Madrid en todos los capítulos. No dejó ni el más mínimo margen a la discusión.
Fue un Arsenal fuerte, firme, sin la ingenuidad que tantas veces castiga a los rivales del Madrid, y una convicción extrema en sus posibilidades. Rice fue la figura con dos golazos, Lewis-Skelly, un chaval de 18 años, dio una lección de versatilidad y sabiduría en el juego, Mikel Merino completó su aventura como circunstancial delantero centro con un magnífico gol y todo el equipo se enchufó como un solo hombre.
El Madrid jugó mal y desenchufado. No es novedad. Persistió en sus graves déficits: débil respuesta defensiva, falta de arquitectura en el medio campo, dependiente del ingenio de sus delanteros, nada ingeniosos en esta ocasión, y sin capacidad de respuesta contra un equipo vigoroso, bien dibujado y con el talento perfectamente aprovechado.
Esta temporada le han sometido el Liverpool (2-0 en Anfield), el Barça en dos ocasiones (0-4 en el Bernabéu y 5-2 en la final de la Supercopa) y ahora el 3-0 con el Arsenal. Derrotas fuertes, sin paliativos, contra equipos que le han mirado de frente, sin miedo, exigiéndole respuestas que no han existido. Ni en el esfuerzo se ha equiparado con sus grandes rivales. En realidad, es la tónica del Madrid durante toda la temporada. Un dato elocuente: ha corrido menos que sus rivales, mucho menos en la mayoría de los casos, en 11 de los 12 partidos que ha disputado en la Liga de Campeones. La única excepción se produjo en Bérgamo, contra el Atalanta. Superó por 700 metros al equipo italiano.
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