El VAR crea distorsiones de todo tipo, y no es la menor esta, en la que juzgamos y denostamos al árbitro que vemos ahí abajo.
El fútbol es implacable en esto: las cuentas se echan en las áreas, y en ellas el Inter fue certero y Sommer estuvo inmenso.
Las miguitas que va dejando Mou por donde pasa. Ahora los interistas temen que se vuelva contra ellos.
El partido del turco queda como una carta ‘a quien corresponda’, es decir, al que venga.
Fue titular e hizo un partido deslumbrante, el mejor de todos los suyos hasta la fecha, y los ha tenido buenos.
Siempre he pensado que llegar a las semifinales de la Champions ya es un valor en sí.
La diferencia ha estado en el ánimo. Vinicius tiene una fuerza interior de la que Rodrygo carece.
Es más fácil imaginar a Solari como puente durante el Mundial que a Xabi Alonso haciéndose cargo de los restos de un naufragio.
Y en el Villamarín vimos el desastre final de un Valladolid que ha hecho una temporada desastrosa.
Puro carrito del pescado es Ansu Fati, que se ha quejado de ello y ayer dispuso de una hora de juego.
Vendría a ser el reconocimiento público de que la plantilla está mal confeccionada.
No resulta entre otras cosas porque los delanteros no presionan, son cómodos y consentidos.
La preocupación de Arteta habrá sido convencer a los suyos de que en el Bernabéu no hay fantasmas.
El partido de ayer se le complicó porque el Valladolid le salió respondón.
Fútbol amplio, abierto a los extremos, rápido, mezclando pausa y rapidez y orientado al gol.
Frente a eso, el Arsenal fue una fuerza continua, con Saka haciéndoselo pasar mal a Alaba.
Hoy harían falta dos ‘valverdes’, uno en la media y otro de lateral. O tres, a ser posible.
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